Aunque este artículo, parezca el epíteto de una las paginas del diario del legendario Capitán James Cook, durante sus travesías por el Océano Pacífico. Donde descubrió la isla de Norlfok, (lugar de donde es endémica la conífera que pone titulo a este opúsculo), nada que ver tiene con mi propósito, la verdad es que andan ustedes mal encaminados.
Araucaria existente en el colegio San Luis Gonzaga (SAFA) .Identica a las que hubo en la Plaza Peral |
Mi intención, es la de evocar a decenas de amigos que jugábamos bajo la sombra de estos árboles en la Plaza Peral. La de antes: la de suelo de albero, la de jardines con árboles centenarios, con naranjos con aromas de azahar en Semana Santa, con bancos de hierro, con farolas que nos daban calambre, con aquel guarda de jardines al que tanto temíamos, la del busto del comediógrafo Don Pedro Muñoz-seca aquel que parecía que se reía cuando lo mirábamos. Lugar de tertulias para nuestras madres, que nos acompañaban como fieles guardianes, para evitar nuestras fechorías. Esa Plaza que un día nos borraron del mapa, sin pedirnos permiso nuestra plaza; Por que si, era nuestra (NUESTRA PLAZA PERAL). En la que no había wifi, ni tanta losa, ¿donde íbamos hacer ahora el agujero para jugar con los bolis (canicas) al hoyo?, ni tantas tecnologías, que sirven para individualizar mas a las personas. En especial a los niños, a esos que le suena a chino, cuando les citamos la cantidad de juegos colectivos a los que nosotros jugábamos.
Plaza Peral principios del siglo xx. |
Conos masculinos de las araucarias, con los que jugabamos |
Aquellos bastoncitos alargados, que usábamos a modo de látigo en nuestros juegos. Que no eran más que los conos masculinos de las Araucarias, que por estas fechas otoñales, yacían en cantidad en el albero de mi plaza.
Recuerdo al Comandante de la Policía Municipal Don Manuel López Romero, que lucia un inmaculado traje blanco cuando se dirigía a tomar café y paseaba por el centro de aquella Plaza Peral.
La parada de taxis y el ring ring del teléfono, los taxistas Diego Utrera, su hijo Paco
De vez en cuando, se dejaban ver por los alrededores de la plaza algunos personajes como: Paco el Romano con sus poemas excreméntales que no sacramentales, el hijo de Lina pidiendo un durito para un bocadillo y te canto “verde verde manzanita”, el Manteca, el Chamaco, el Baba con sus cartones, el Chaparro echando el lazo algún perro. El Lustre que aparcaba coches en la calle Larga y un sin fin de personajes que por allí pasaban.
Estado actual, nada que ver con lo que era nuestra Plaza |
A todos y cada uno de ellos les guardo un gran afecto, por los entrañables momentos que he pasado en algún momento de mi vida con ellos. Con unos sigo manteniendo una relación de amistad mas cercana, a otros los veo de vez en cuando y nos saludamos; del resto hace mucho tiempo que no se nada de Ellos.
Estoy seguro que me falta por enumerar a muchos compañeros de juego de aquel tiempo, pero el hecho de no nombrarlos es simplemente culpa de mi memoria
A todos ellos muchas gracias por haber compartido conmigo un solo segundo de sus vidas